Sinopsis:
En 1936, Ricardo Pedreira
Ulloa, un escritor atormentado por la pérdida de inspiración, decide volver al
pazo familiar donde se crio, situado en una isla gallega. La aparición de una
misteriosa mujer le devolverá su talento, pero también el recuerdo de una
historia, enterrada por el olvido y los excesos, que se remonta diez años
atrás. Un recuerdo a medias que lo persigue y le obliga a enfrentarse al enigma
de su pasado. Una atmósfera asfixiante cuya neblina oculta una poderosa verdad.
Verónica García-Peña reinventa
el género del thriller psicológico en esta novela en la que un peculiar
personaje nos conducirá por los túneles de su memoria, nos envolverá en la
bruma de un recóndito lugar y nos hará partícipes del puzle de su pasado para
descubrir con él un gran secreto familiar.
Reseña:
No he conseguido conectar con
esta historia y ya desde las primeras páginas me ha costado bastante centrarme
en una trama que no ha llegado a convencerme, aún menos cuando deja sueltos los
que a mi parecer eran los hilos más sólidos e importantes de los que tirar.
La trama transcurre en una isla alejada de lo que acontece en la península, en la que está teniendo lugar la Guerra Civil española, eso hace que si ya de por si los habitantes de la misma eran pocos, su número merme hasta quedar en el pazo familiar el protagonista y su mayordomo, ya que el resto del servicio prefiere acudir con su familia en tan difíciles momentos. Eso será lo único que afecte en esta historia tan desastroso acontecimiento.
Ricardo Pedreira, escritor venido a menos
por culpa de los excesos con el alcohol y las drogas, intentará en este retiro recobrar la
inspiración para escribir su nueva novela. Luchará con su memoria y sus miedos
hasta que forzado por los acontecimientos que él cree que están teniendo lugar
en su isla sea capaz de abrir la puerta de su mente que permanece cerrada
ocultando un pasado nada amable.
La lectura de este libro, que
si bien se realiza de manera rápida y fluida, con capítulos cortos y una
cadencia equilibrada, se me ha hecho especialmente pesada por la manera casi
decimonónica que la autora ha volcado en la narración, sobre todo en cuanto a
las descripciones de los paisajes y los objetos, dotándolos a casi todos de una
cantidad ingente de adjetivos, aquí todo tiene su adjetivo, la luna, la valla,
el faro, el acantilado, la puerta, el reloj…
“La lluvia había dejado de caer y la luna, triste y apagada, se empeñaba en dar luz a aquel lugar sin mucho éxito. No era fácil batallar contra la penumbra de mi isla, tan presuntuosa y arrogante. Entonces, un pequeño rayo, nimio y párvulo, se posó en el puente.”
(pag. 104)
“Atravesé a regañadientes aquella longeva verja enmohecida de hierro forjado, altanera y arrogante, que nos miraba con insolencia por osar molestarla, y entré, acompañado de Vilar, en el cementerio del pazo.”
(pag. 226)
Unido a eso, la elección de algunas palabras que no son de uso común, ni creo que lo fueran en 1936, una fecha no tan lejana en la forma de hablar de la actual: albur, protervo, membrar, columbrar…
En cuanto a la historia he de
decir que durante las primeras 100 páginas se entretiene sobre lo mismo, sin
avanzar apenas, aunque después es cierto
que la acción de agiliza un poco y que aunque las pistas que va dejando la
autora hacen que se adivine con antelación lo que va a acontecer, se deja leer con un poco mas
de interés. Queda una novela de dolor, de olvido, de amor, de locura y secretos en la que yo al menos no he encontrado por ningún sitio esa parte
de thriller psicológico de la que se habla en la contraportada, ni tampoco el terror,
ni miedo, ni situaciones escalofriantes como he leído en algunas reseñas en Internet. ¿?.
No quiero decir que sea un mal
libro, que estoy seguro que no lo es y que tendrá su público que seguro disfruta
con esta lectura, pero yo sin embargo no he conseguido meterme en esta historia en la que además se deja sin resolver lo que podría haber sido
el gran revulsivo de la misma y convertirla en algo más interesante e
impactante.
La autora:
Verónica García-Peña
Es licenciada en Sociología y Periodismo por la Universidad del País Vasco.
Dirige el blog literario El jardín del sur y colabora de forma habitual con la
revista digital Spoonful. En 2013 vio la luz su primera novela, Bendita palabra
(accésit en el I certamen literario Nemira) y en 2014 se adentró en el mundo
del humor con su segunda obra, De cómo Feliciano San Feliz quiso matar a sus
vecinos. En 2015 quedó entre los diez finalistas del Premio Planeta con la
novela El ladrón de sueños, publicada en 2016.
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